Terapias con Música y Educación Especial

Como fenómeno estético la actividad musical es a su vez una experiencia individual y colectiva que involucra en su hacer cuerpo, mente y espíritu. La conducta musical, en su doble vertiente expresiva y receptiva, involucra una serie de habilidades senso-perceptivas, visuales, auditivas, motoras, emocionales y cognitivas: habilidades y destrezas específicamente musicales (audición, interpretación instrumental y vocal, improvisación, creación y movimiento) que permiten el desarrollo de habilidades y destrezas no-musicales. La cualidad integradora de la experiencia musical y el carácter globalizador de las respuestas del individuo a la música favorecen que en una misma actividad musical se sucedan, en el mismo momento, diferentes procesos de percepción y ejecución que involucran experiencias:

  • Sensoriales: oír, escuchar, reconocer y discriminar sonidos y/o música
  • Motrices: ejecutar instrumentos, moverse con música
  • Emocionales: expresar estados de ánimo y/o sentimientos
  • Cognitivas: atención, concentración, memoria, análisis y síntesis
  • Sociales: participar en actividades musicales colectivas, respecto a la producción sonoro-musical de otros sujetos, etc.

La investigación en las áreas de Neurociencias-Música, Psicología de la Música y Educación Musical aportan estudios que avalan, desde diferentes perspectivas, la utilidad de práctica musical y de la educación musical para el desarrollo integral del individuo (Blood y Zatorre, 2001; Costa-Giomi, 2005; Hargreaves, 1999; Julin y Sloboda, 2001; Kratus, 1993; Krumhansl, 2002; Madsen, 1979; Nawrot, 2003; Schellenberg, 2004; 2005), quedando demostradas las diferencias estructurales entre el cerebro de los músicos y los no-músicos (Schlaug, 2001; 2005). Siguiendo los resultados de estos estudios, puede decirse que participar en actividades musicales favorece el desarrollo potencial de habilidades que involucran diferentes ámbitos:

  • Ámbito Sensorial – Psicomotor: habilidad y agilidad motriz fina y gruesa, coordinación de movimientos, lateralidad, relaciones temporo-espaciales, dimensión espacio-temporal del cuerpo, conocimiento del esquema corporal, mejora los reflejos y el equilibrio potenciando la seguridad en uno mismo.
  • Ámbito Psico-Emocional: favorece la expresión de estados de ánimo, el despertar la fantasía, fomenta la emotividad, desarrolla la sensibilidad, mejora la autoestima y la autoconfianza, permite liberar tensiones, mantener el autocontrol y la disciplina.
  • Ámbito Cognitivo: mejora la capacidad de atención y de observación, el discernimiento, la comprensión, la concentración, favorece una mejora en la capacidad general de percepción, estimula la imaginación, mejora la memoria, la unión de palabra-ritmo como iniciación a la música mejora el lenguaje, la vocalización y pronunciación.
  • Ámbito Social: favorece la integración en un grupo y la adaptación a una situación colectiva, enseña a escuchar, a esperar turnos, a perder, a colaborar, a respetar al otro, fomenta hábitos de orden, responsabilidad, respeto y cooperación.
  • Ámbito Ético-Trascendental-Espiritual: desarrolla la valoración y el respeto por las manifestaciones artísticas propias y ajenas y desarrolla la capacidad de disfrutar de la belleza, la sensibilidad, el sentido artístico y la creatividad.

Fuente. Intervención musical en el alumnado con necesidades educativas especiales: delimitaciones conceptuales desde la pedagogía musical y la musicoterapia. Patricia Sabbatella Riccardi

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.